Presentación del libro de Elena Simón


El libro está estructurado en seis capítulos y seis anexos con propuestas didácticas de coeducación en diferentes ámbitos.

En el primer capítulo aborda las tremendas dificultades sufridas por las mujeres para tener acceso a la educación. Nos recuerda Elena que para llegar hace cien años a poder matricularnos en una ventanilla las mujeres han tenido que sufrir tremendas injusticias explicitadas o no explicitadas en leyes y nos hace ver el tributo que debemos a las que fueron por delante abriendo el camino que ahora transitamos. Nos recuerda la redacción de las leyes que han hecho posible el acceso al conocimiento a la vez que llama la atención sobre la inutilidad de unas leyes que no llevan aparejado un presupuesto para formación y concreción de las mismas.

En el segundo aborda la “mala” educación recibida en la escuela, familias y medios de comunicación. La injusticia de tener que sufrir las mujeres unos currículums específicos dirigidos a perpetuar nuestra condición de cuidadoras dando lugar así a profesiones rosas o azules. No se trata de educar, sino de coeducar, lo que en sus palabras supone la combinación equilibrada de tres principios básicos: diversidad, libertad e igualdad para todas las niñas y niños.

Se detiene en toda la producción cultural dirigida al mantenimiento del patriarcado desde las novelas, documentales, películas, literatura…

Sexismo hostil y sexismo sutil, un lenguaje no inclusivo en el que se detiene hasta dejar meridianamente claro la necesidad de nombrar y la injusticia de no hacerlo. Los diferentes roles adoptados por mujeres y hombres (guerrero, mago, amante y rey) nada liberadores. Los hombres, nos dice, se han otorgado durante siglos el privilegio de traer el pan a casa para poder comprar con ello la adhesión de sus familias, para poder exigir, ordenar y obtener a cambio obediencia, servicios, atención y cuidados, porque “el que paga, manda” según dice el refrán. La mujeres, dice, con la Ley del Agrado, la ley del Detalle, la Ley de la Laboriosidad, la Ley de la Entrega… Ahora todo ha cambiado, las mujeres podemos hacernos responsables de nuestro sustento y los hombres pierden pie con lo que la frustración está servida: es urgente una transformación, una coeducación que modifique unos estereotipos caducos y frustrantes. Termina con los puntos de una buena educación no sexista.

En el tercer capítulo analiza hasta dónde hemos llegado, qué ha cambiado y dónde estamos aún, mostrando el desfase en lo que “oficialmente” podemos hacer y “realmente” hacemos.

En el cuarto capítulo profundiza en el camino iniciado que debe ensancharse, en el fracaso de la LOGSE, no por su espíritu sino por no dotarse de presupuesto para llevar a cabo los programas de igualdad en los currículums.

En el quinto capítulo defiende la escuela como lugar preferente para la igualdad. Coeducación para el cuidado, para la convivencia y la afectividad, para la ciudadanía y los derechos humanos, para la salud...son abordados como parte necesaria de los planes de estudio y que incidirían en la construcción de ese mejor mundo al que aspiramos.

En el sexto capítulo llama especialmente la atención el apartado de la solidaridad educativa y es la expresión de los resultados de las experiencias coeducativas (pág. 188)

Finalmente en los anexos tenemos propuestas didácticas coeducativas, contra la Violencia de género, en pro de la igualdad de sexos, así como guías para la buena coeducación de niñas y niños.

A veces notamos que nos faltan recursos y aquí tenemos una buena dosis de ellos, tanto en el soporte teórico como en el práctico.

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