Hannah Safran

Tenía que ser una mujer la que abordara otro enfoque en el terrible problema del pueblo palestino. Hannah Safran es integrante del movimiento por la paz en Israel Mujeres de negro y es una de las pocas voces esperanzadoras que se escuchan estos días. Recojo sus palabras de Mujeres en red y espero que, en breve, un grupo de nuestra asociación podamos participar de un encuentro con ella.

Una vez más nos enfrentamos a un liderazgo que solamente conoce una solución: Guerra. El gobierno israelí debatió durante meses una solución para Gaza, de forma muy parecida a los frecuentes debates de los anteriores gobiernos israelíes, la situación en el Líbano, la primera y segunda Intifada y, de hecho, todas las crisis a las que se ha enfrentado Israel.
Sin embargo, al final, a estos dirigentes electos y sagaces, mujeres incluidas, sólo se les ocurrió una solución, una visión: una ofensiva militar. Como si no hubieran probado este tipo de solución en el pasado. ¿Qué otra cosa se puede hacer? ¿Ocupar Gaza? Ya lo hemos hecho. ¿Imponer un bloqueo? Ya lo hemos hecho. ¿Bombardearla? ¿Matar? Ya hemos utilizado estos métodos muchas veces. No aparecerá ninguna solución mágica mientras que los gobiernos israelíes regurgiten sus respuestas militares agresivas.
Oímos a nuestro Ministro de Defensa Ehud Barak insistir en que "no hay nadie con quien hablar al otro lado" -una justificación demasiado frecuente para adoptar una respuesta militar al margen de la diplomacia. Como todo el mundo conoce, siempre son culpables los enemigos de uno.
Como los niños en el recreo, culpándose el uno al otro por haber iniciado la pelea, nuestro gobierno por un lado culpa a la otra parte, y por otro se presenta a si mismo como indefenso. Su incapacidad, o quizás su falta de voluntad para encontrar una solución no militar a la situación de Gaza, es todavía otra prueba de su falta de visión.
Por si fuera poco, se niegan a escuchar a sus ciudadanos. La mayoría de la gente en Israel no cree que la guerra en Gaza vaya a aportar una solución duradera a la crisis actual. Incluso aquellos judíos israelíes, que lamentablemente han aplaudido la muerte de cientos de palestinos, probablemente no darán su apoyo a la matanza una vez que la ofensiva empiece a cobrar victimas entre los soldados israelíes.
Hemos vivido una experiencia similar hace dos años, durante el ataque de Israel al Líbano. Al igual que hoy, aquellos de nosotros que nos opusimos al ataque militar desde sus inicios fuimos objeto de iras y burlas, hasta que se produjo la primera baja de Israel.
Ninguna comisión de investigación va a devolver la vida a los muertos de ambos lados. ¡Es hora de escuchar las voces de la razón! Por supuesto que existen otras soluciones que no tienen que ver con la violencia y el poder militar. Existen alternativas a la violencia. ¡Si no son evidentes por sí solas, entonces hay que buscarlas y visualizarlas!, y hay que tener en cuenta la historia a la hora de considerar estas alternativas.
Por ejemplo, Gaza, con sus campos de refugiados, es en sí el resultado de una guerra sin fin que empezó en 1948. La agencia de Naciones Unidas de ayuda a los refugiados palestinos (UNRWA) trabaja hoy con cerca de 500 mil refugiadas y refugiados sólo en la Franja de Gaza. Estas refugiadas y refugiados son descendentes de familias que fueron expulsados de sus hogares no sólo en 1948 sino también en 1952, cuando los residentes palestinos de Ashkelon, que por cierto eran ciudadanos israelíes, fueron expulsados a la Franja de Gaza...
No se puede poner fin a la injusticia con el poder militar y la destrucción. Los palestinos están hartos de este enfoque y probablemente no están dispuestos a quedarse sentados y esperar pacíficamente hasta que Israel se dé cuenta de que no hay una solución militar al conflicto Palestino-Israelí.
Si hemos de encontrar una solución a largo plazo y duradera al conflicto, necesitamos un enfoque muy diferente al de la crisis actual. Israel tiene que levantar el bloqueo y permitir la libertad de movimiento tanto en el interior como para salir y entrar en la Franja de Gaza.
Esto incluye la reapertura del aeropuerto y el puerto pesquero, asegurando el suministro de combustible y electricidad, y sobre todo hacer frente a la necesidad perentoria de suministros médicos.
Además, se deberá permitir a los estudiantes salir de la Franja de Gaza y proseguir sus estudios en otros sitios y autorizar a los trabajadores palestinos a trabajar en Israel. Esto sólo es el comienzo. Deberíamos apoyar la instalación de un ferrocarril que conecte la Franja de Gaza con Cisjordania para permitir las visitas de familias y otros intercambios vitales.
En resumen, para deshacer parte del daño infligido durante décadas de soluciones militares, Israel necesita demostrar generosidad. Deberíamos buscar la paz con un enemigo que está vivo en vez de con uno muerto, y ¡cuanto antes mejor!
* La doctora Hannah Safran es integrante de Mujeres de Negro, en Haifa, Israel.
Texto traducido del Hebreo por la doctora Simona Sharoni y del inglés por Daniel O'Connell.



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