Mary Anning



“El mundo me ha utilizado con tan poca consideraciónque me ha hecho sospechar de la humanidad en general.” M.A.




(Es un poco largo, pero creo que merece dar a conocer la importancia de esta mujer para la ciencia)




La vida de Mary Anning ha sido el tema de muchos libros y artículos. Y sin embargo muy pocos conocen el aporte que ha hecho a la paleontología como disciplina científica. ¿Cómo es posible que alguien considerada “la más grande descubridora de fósiles” sea tan desconocida incluso entre muchos paleontólogos?

Muchos años antes de que Charles Darwin publicara El orígen de las especies, se desprende de las cartas de Mary Anning que ella ya tenía una teoría parecida. Los científicos de la época no podían creer que una joven de un estrato social carenciado pudiera tener el conocimiento y la capacidad que ella mostraba. En 1824, Lady Harriet Sivester, viuda del escribano registrador de Londres, escribió en su diario luego de visitar a Mary Anning:“. . .es extraordinario que esta joven conozca la ciencia que rodea a cada descubrimiento…Es un favor divino que esta pobre niña ignorante reciba esta bendición, ya que por medio del estudio minucioso ha llegado a tener tal conocimiento que habitualmente escribe y conversa con profesores y otros hombres sabios sobre el tema. Todos admiten que ella entiende más sobre esta ciencia que ninguna otra persona en el reino.”

Nació de Richard y Mary Anning en Lyme Regis, en el sur de Inglaterra, una costa que aún contiene fósiles del período jurásico. Richard y Mary tuvieron diez hijos, de los que sólo sobrevivieron dos, Mary y Joseph. Su padre, de profesión ebanista, murió en 1810 y dejó a su familia endeudada aunque les dejó el amor por su pasatiempo: la búsqueda de fósiles, una tarea peligrosa en la que sus hijos siempre lo acompañaban.

Mary caminaba y se metía debajo de precipicios precarios cuando bajaba la marea para buscar fósiles que se soltaban de las rocas y luego venderlos. La familia Anning vivió en la pobreza y el anonimato, vendiendo fósiles en Lyme Regis hasta 1820, cuando el coleccionista de fósiles Thomas Birch los conoció y quiso ayudarlos en su difícil situación económica. Organizó una subasta y vendió todos sus fósiles para donar lo recaudado a la familia Anning ya que no podía creer que estuvieran en tan difícil situación económica “habiendo entregado siempre todos los fósiles que han descubierto para su estudio científico…”. A partir de 1820, Mary pasó a ser, con su mirada observadora, la más experta anatomista dentro de la familia. Joseph pronto se dedicó a la tapicería y dejó a Mary al frente del negocio.
A Mary Anning se le atribuye el descubrimiento de la mayor cantidad de fósiles del primer ictiosaurio que se conoce en la comunidad científica de Londres. Los fósiles que Mary encontró no sólo tenían inmenso valor para los museos y científicos, sino también para los nobles europeos que tenían colecciones increíbles de fósiles y “curiosidades”.El descubrimiento más importante de Mary, desde el punto de vista científico, fue el del primer plesiosaurio. El famoso anatomista francés, George Cuvier, dudó de la validez del espécimen al examinar un dibujo detallado por primera vez. Pero una vez que confirmó su legitimidad, los Anning ganaron el respeto de la comunidad científica. A pesar de este reconocimiento, la mayoría de los descubrimientos de Mary terminaron en museos y colecciones personales sin que se le adjudicara el mérito de haber descubierto los fósiles.
Con el correr del tiempo, la comunidad científica olvidó a Mary Anning y a su familia debido a la falta de documentación histórica. Parte de esta “distracción” y la falta de mención de su contribución a la paleontología se debió a su condición social y su género.Sus descubrimientos fueron fundamentales para la reconstrucción del pasado de la vida y su historia. En los últimos diez años recibió una renta vitalicia por sus contribuciones, y sin embargo la Sociedad Geológica de Londres no admitió la inclusión de mujeres hasta 1904.
Al morir su madre, Mary vivió sola y se dijo erróneamente que se dio a la bebida, cuando en realidad tomaba grandes dosis de láudano para aplacar el dolor del cáncer de mama que terminó con su vida en 1847.
Al morir, científicos e historiadores simplemente la borraron de sus libros y acreditaron a los naturalistas que compraron sus especímenes como los descubridores. No era apropiado adjudicar tan importante y pionera labor a una mujer que además era de clase trabajadora.

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